Advertencia

Fuego. Explosión de fuego. Destrucción expresada en incendios. Términos de fuego interno. El cataclismo de la crematoria de cuerpos es fuego. La ciudad en llamas es fuego. La fogata extendida es fuego. El infierno está frío. Aquí está el fuego: Llamaradas de atención al cielo que se nubla; como indios con señales de humo; como dioses clamando más dioses.
Fuego. Nada más que fuego. Fuego externo: mírate dentro. Implosión de FUEGO.

sigues siendo imprescindible en las transformaciones que suceden en la galaxia entera.

Ardamos

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jueves, 28 de octubre de 2010

Dos personas no siempre son un plural

Suenan las manecillas del reloj que yo, a duras penas consigo escuchar, es más, creo que son pura invención mía. Allí no hay ningún reloj, incluso, creo que no hay ningún allí.
Es una parte de mi mente que, en este tipo de situaciones tan desagradables, busca huir de semejante atentado contra la inteligencia humana, y que, siempre se topa con las manecillas de un reloj. Quizá ese pequeño objeto (el único en el mundo consciente del lento proseguir del tiempo) busqué demostrarme cómo, a veces, el tiempo pasa tan rápido, y, a veces, tan lento. Ahora, pasaba lento.

Ese lugar era un lugar frío, del que no recuerdo imagen ni sonido alguno, pero, probablemente, influenciado por la realidad supramental que estaba viviendo, ese frío era lo único que podía reconocer. No era un frío climatológico ni corporal, era un frío anímico que representaba el estado de congelación que las neuronas de todas las personas con las que compartía sacrificio, habían alcanzado en algún momento de su vida. La ceremonia a la que habíamos sido invitados, mediante pago de una cuota ininteligible pero a la vez elevada, era el perfecto símbolo de perpetuidad de unos gestos, unas palabras, unas actitudes que, en lo más profundo de mi ser, despertaban un sentimiento violento.

No era violencia física, sino violencia mental. Todos aquellos conocimientos y saberes que, en mis cinco veces cinco años de vida, había conseguido recabar, estaban siendo atacados por esa persona que, de forma paradójica, contaba con el apoyo de mis seres allegados en lo que a infligirme dolor se refiere. Cada una de sus palabras buscaba atacar mis pensamientos, acabando con todo tipo de individualismo e invitándome a participar de su cometido. Miraba hacia atrás y veía a toda esa gente, carcomida por el hambre y las enfermedades, pero que gozaba sintiéndose partícipe de semejante farsa, lo que despertaba en mí ganas de gritar, de acabar con esa ceremonia permitida, única y exclusivamente, por su perdurabilidad a lo largo de la historia, pero no debía hacerlo, debía callar. Mi boda estaba a punto de comenzar.

Dagart

miércoles, 9 de junio de 2010

Ramón y el quince. Pequeños paréntesis en una vida de cercanías.

Suena de fondo:

Proxima parada: Atocha.

Saca del paquete de tabaco un canuto y se lo enciende nada más salir al andén, de manera discreta se lo oculta entre las manos para que todos los pasajeros que tiene alrrededor no se percaten de lo que va a empezar a fumarse, lentamente, mientras se dirige al hospital Niño Jesus, donde su hijo de cinco años ingreso hace quince dias. Aún no saben los médicos el diagnóstico, por lo visto tienen que medicarle via oral varias veces al dia, las venas de las manos no dan más de si.

El papeleo del paro le estaba sacando de quicio, apenas tiene para comprar tabaco y una china de cinco euros; diecisiete euros, cuarenta céntimos, un día. Relax, necesitaba pensar como podía hacer para el próximo mes cobrar el subsidio, quince años cotizando, el tiempo sacude su cabeza tras la quinta calada, aún queda un rato para que su hijo acabe de comer, ya no son las 15:00 de la tarde, fue ayer.

Cuando recuerda a su mujer el pecho se le estremece, sabe perfectamente que ya no le quiere, vive lejos de él desde hace más de un año, casi cinco meses más, pero su hija ya va a cumplir catorce años... supone que estará junto a su madre y a la madre de su madre en el la habitación numero diecisieta, la última vez le contó que salió con sus amigas, está en edad de dejar de ser niña. Silencio.

Apura las últimas caladas, espera que al llegar a Villalba se encuentre algún amigo que le pueda dar un poco de marihuana, mañana va a ser un dia largo y el trayecto se puede hacer pesado. En la estación de Villalba pidió un cigarro a un chaval al que seguramente le saque quince años; ahora tiene treinta y cuantro, el més que viene treinta y cinco. No hay tiempo para ver las noticias.

Al salir de la estación saca del paquete de tabaco ahora un poco más arrugado que hace quince minutos el cigarro que le habían dado antes, estaba a la mitad, suficiente para subir todo recto al hospital.

Que aproveche, es la hora de comer.


lunes, 7 de junio de 2010

Ladrido de tinta.

Hacía un calor bochornoso y el cuaderno estaba en blanco.

Quizá no fuera el momento más apropiado ni el lugar más cómodo, pero el suelo de la cocina era un lugar perfecto para echarse una siesta tardía, demasiado tardía. Eran las 2:00 de la mañana, el reloj acababa de dar la hora y te despertó de tu letargo."Mine eyes are dim, I cannot clearly see, Mine eyes are dim, I cannot clearly see", repetían las palabras en tu cabeza. Quizá el tiempo no sea una linea recta, sino un círculo.

Fuiste hacia la nevera y cogiste la primera lata que se puso al alcance de tu mano. No sabías que estabas bebiendo, tampoco importaba,"Mine eyes are dim, I cannot clearly see, Mine eyes are dim, I cannot clearly see" repetian las palabras en tu cabeza. Caminaste a paso acelerado hacia el despacho, cogiste la pluma que te habían regalado al empezar la carrera."Mine eyes are dim, I cannot clearly see, Mine eyes are dim, I cannot clearly see", escribiste."Mine eyes are dim, I cannot clearly see, Mine eyes are dim, I cannot clearly see" volviste a escribir.

El sonido de la ciudad era un ronrroneo solamente interrumpido por el ruido de los coches de policía y ambulancias, era una melodía que te penetraba en la cabeza a la vez que repetías "Mine eyes are dim, I cannot clearly see, Mine eyes are dim, I cannot clearly see". El calor empezaba a ser más sofocante, volviste a dar un sorbo de la lata, quizá el sorbo fue demasiado brusco porque llegaste a mancharte la camiseta, ¿brusco? Brusco es el anochecer que te arrebata la luz, la esperanza que a la vez te sumerge en el mundo de los sueños y los misterios. Se corrio la tinta en el papel.

Decidiste acostarte, "Mine eyes are dim, I cannot clearly see, Mine eyes are dim, I cannot clearly see" repetías, "Mine eyes are dim, I cannot clearly see, Mine eyes are dim, I cannot clearly see".Repetiste.

Hacía un calor bochornoso y el cuaderno seguia en blanco.

(texto encontrado en el baúl)