Advertencia
Ardamos
lunes, 26 de julio de 2010
Agárrame
para que no se escape el agua
que ensombrece la profundidad del fuego corporal
de las entrañas, de la viva muerte.
Agárrame los besos
para que no me duela la saliva
envenenada del albergue que me escupe
fuera de ti, fuera del mundo.
Agárrame los brazos
para que no vuelen como un juicio
los abrazos que regalo
los abrazos que me doy cuando te abrazo.
Agárrame los ojos
como la canica de la infancia
que cayó mil veces en el hoyo
pero que quiere ser querida
entre el seno
de la sonrisa eterna
/del ayer mágico.
Agárrame los pies
como la barca que nos guía
hacia el nunca del mañana
hacia el siempre del presente
agárrame
agárrame haciendo de mi cuerpo sangre
haciendo de mis almas vida
haciendo fuego de mi agua
haciendo
de los hoyos, vuelos
de los ojos, risa
de la barca hacia la muerte, sueño
del veneno, elixir amante...
agárrame
para pender del cielo
sin depender de la caída.
Agárrame
haciendo
de la compañía, libertad.
Agárrame
haciendo
de la soledad, sonrisa.
domingo, 18 de julio de 2010
Un verano impetuoso
No creo haber seguido con total fidelidad su ejemplo, aquí estoy todavía buscando nuevos horizontes, pero traté de representar la sensación que pudo tener él en medio de ese gran estallido de silencio que sucede después de cada trueno...
( Trabajando de socorrista, una tarde estival, os prometo, presencié la mano que mece el mundo a su suerte desde mi silla, imperiosa, torpe a voluntad, inmensa y preciosa y terrorífica, ella y su nube negra que la sigue como a una locomotora de carbón mostrando su seno que empapa la extensión de la Tierra; y me puse a escribir este mísero fragmento del diablo, a través de él, pero con la comparación de verse representado la fuerza del movimiento en lo micro y en lo macroscópico. O por lo menos, eso he intentado):
Cuestión de humanidad
Cuestión de humanidad
"Aceptemos que estamos solos y, a partir de ahí, hagamos el descubrimiento de que estamos acompañados – unos por los otros. Cuando pongamos los ojos en el cielo estrellado, con un furioso anhelo de llegar allí, aunque sea para encontrar lo que no es para nosotros, aunque tengamos que resignarnos a la humilde certeza de que, en muchos casos, una vida no bastará para hacer el viaje – cuando pongamos los ojos en el cielo, repito, no olvidemos que los pies se asientan en la tierra y que sobre esta tierra donde el destino del hombre (ese nudo misterioso que queremos desatar) tiene que cumplirse. Por una simple cuestión de humanidad."
José Saramago
De 'De este mundo y del otro', Alfaguara.
"Aceptemos que estamos solos y, a partir de ahí, hagamos el descubrimiento de que estamos acompañados – unos por los otros. Cuando pongamos los ojos en el cielo estrellado, con un furioso anhelo de llegar allí, aunque sea para encontrar lo que no es para nosotros, aunque tengamos que resignarnos a la humilde certeza de que, en muchos casos, una vida no bastará para hacer el viaje – cuando pongamos los ojos en el cielo, repito, no olvidemos que los pies se asientan en la tierra y que sobre esta tierra donde el destino del hombre (ese nudo misterioso que queremos desatar) tiene que cumplirse. Por una simple cuestión de humanidad."
José Saramago
De 'De este mundo y del otro', Alfaguara.
sábado, 17 de julio de 2010
Octavia
Ésta es la base de la ciudad; una red que sirve para pasar y para sostener. Todo lo demás , en vez de alzarse encima, cuelga hacia abajo : escalas de cuerda, hamacas, casas en forma de bolsa, percheros, terrazas, cestos colgados de cordeles, montacargas, duchas, trapecios y anillas para juegos, teleféricos, lámparas de luces, tiestos con plantas de follaje colgante.
Suspendida en el abismo, la vida de los habitantes de Octavia es menos incierta que en otras ciudades. Sabe que la resistencia de la red tiene un límite.
jueves, 15 de julio de 2010
... ¿verdad?
Creo que la verdad está bien en las matemáticas, en la química, en al filosofía. No en la vida. En la vida es más importante la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza. Además, ¿sabemos acaso lo que es la verdad? Si yo le digo que aquel trozo de ventana es azul, digo una verdad. Pero es una verdad parcial, y por tanto una especie de mentira. Porque ese trozo de ventana no está solo, está en una casa, en una ciudad, en un paisaje (…)
Y si no digo todo, absolutamente todo. Estoy mintiendo. Pero decir todo es imposible, aun en este caso de la ventana, de un simple trozo de la realidad física, de la simple realidad física. La realidad es infinita y además infinitamente matizada, y si me olvido de un solo matiz ya estoy mintiendo. Ahora, imagínese lo que es la realidad de los seres humanos, con sus complicaciones y recovecos, contradicciones y además cambiantes.
El auténtico espíritu libre está abierto a todas las posibilidades, incluyendo los dogmas y supersticiones. Este espíritu debería ser la esencia del pensamiento científico y filosófico; y lógicamente lo es, pero es raro que psicológica o históricamente lo alcance a ser: los hombres de ciencia y los filósofos son hombres de carne y hueso y no están desposeídos de los vicios de los demás mortales; tienen mayor dominio de la inteligencia y más espíritu crítico; pero es una diferencia de grado, no de esencia.
Lo que podemos conocer de la realidad mediante los esquemas de la razón se parece a lo que podríamos saber de París examinando su plano y su guía de teléfonos, o a lo que un sordo de nacimiento podría imaginar de una sinfonía observando su partitura.
Las regiones más valiosas de la realidad (…) no son aprehendidas por esos esquemas de la lógica y de la ciencia. Querer aprehender el mundo de los sentimientos, de las emociones, de lo vivo, mediante esos esquemas es como querer sacar agua con horquillas (…) El arte y la literatura, pues, deben ser puestos al lado de la ciencia como otras formas de conocimiento.
Ernesto Sábato.
miércoles, 14 de julio de 2010
Me comentaba Montoro....
un color muy nacional
morbo, suerte
sol y arena, ¡vive dios!
arte, muerte
sirve de alimento
pase, valiente
y vuelta al ruedo.
miércoles, 7 de julio de 2010
No sé me importa un pito - Oliverio Girondo
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de sorportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,
bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,
tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?
¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa.
Volando me preparaba el baño, la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando,
de algún paseo por los alrededores!
Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
"¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos,
ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;
durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
como dos ángeles, y de repente,
en tirabuzón, en hoja muerta,
el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...,
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...
la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?
¿Verdad que no hay diferencia sustancial
entre vivir con una vaca o con una mujer
que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
la seducción de una mujer pedestre,
y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando.
Oliverio Girondo